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“La percepción de peligro decae en Canarias por los largos periodos entre erupciones, pero el volcán siempre está ahí”

“Afortunadamente, es muy difícil que un volcán pueda entrar en erupción en las islas sin manifestarse antes”, dice el vulcanólogo Vicente Soler, asesor del Pevolca

Gregorio Cabrera 0 COMENTARIOS 11/10/2021 - 07:13

Ahora su rutina la marca un volcán, al que está unido casi por un cordón umbilical como representante del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el comité asesor del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca). “La percepción de peligrosidad en Canarias decae en la población, en los dirigentes y en todos nosotros al darse en periodos intereruptivos largos”, es decir, con distancias temporales entre episodios que suelen medirse en varias décadas, explica el vulcanólogo Vicente Soler. “Pero el volcán siempre está ahí”, precisa.

Soler comenta que esta relajación “se produce en todos lados”. Cuando visitó el Vesubio, por ejemplo, comprobó que algunos de los barrios más humildes de la ciudad de Nápoles se encaramaban sin miedo a las faldas del volcán, cuya última erupción tuvo lugar cuando atronaban también las bombas de la Segunda Guerra Mundial. “Desde entonces el volcán no ha dicho nada, lo cual es algo muy anormal, según dicen los colegas italianos”, señala. En Hawái, en cambio, los lapsos son mucho menores y hay volcanes como el Kilauea que emite lava cada cierto tiempo desde hace treinta años.

El científico, miembro del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del CSIC, cree que “seguramente estaríamos más atentos” si estos paréntesis no fueran tan largos. Lo cierto, enfatiza, es que en Canarias hay personas que ya han vivido cuatro erupciones, contando la de San Juan de 1949, el Teneguía en 1971 y la que ahora mismo tiene en vilo a la población palmera, además de la submarina de El Hierro en 2011. Soler matiza que, con anterioridad a la erupción de San Juan, La Palma había vivido un periodo de calma de 237 años, tras la erupción de 1712.

Este especialista recalca que “la ventaja que tenemos hoy en día ante cualquier eventualidad es la capacidad de detección temprana”, la cual dará además un notable salto cualitativo gracias a la monitorización científica del nuevo volcán de La Palma.

“Esta es la primera oportunidad que tenemos como país de hacer un registro de estas características tras la erupción de El Hierro, con la diferencia de que aquella fue submarina. Ahora tenemos una asociación de los elementos instrumentales con la observación directa. Es la primera vez que el país puede obtener un registro instrumental de cosas tan importantes como la actividad sísmica, la deformación por varias metodologías o de la emisión de gases y la pluma y construcción del edificio volcánico y generar un archivo que luego se estudiará”, indica.

“Cuando tuvo lugar la erupción del Teneguía”, rememora, “el atraso tecnológico todavía existía y se hizo humanamente lo mejor que se podía, pero se perdió la oportunidad de un registro geofísico instrumental en sentido amplio que sirviera de base para estudiar y analizar y por lo tanto de precedente a lo que ahora ha sucedido”.

Pistas para nuevos episodios volcánicos

Los nuevos datos acumulados por la ciencia en el volcán de La Palma darán pistas de cara a afrontar nuevos episodios volcánicos en Canarias y se sumarán a una ventaja para la sociedad insular debida a otra de las características de la actividad eruptiva del archipiélago: siempre avisa.

“Afortunadamente, es muy difícil que un volcán pueda entrar en erupción de forma sorpresiva sin manifestarse antes. La corteza aquí es bastante rígida y antigua. Estamos en una de las zonas con las cortezas oceánicas más antiguas del planeta. Así como en los continentes pueden tener 3500 millones de años, la nuestra tiene 145 millones y la mayoría de los fondos son mucho más jóvenes. A la lava no le resulta fácil atravesar la corteza ni las islas sin ofrecer antes fenómenos como terremotos o deformación del terreno”, ilustra.

Eso sí, el tiempo que transcurre entre que la lava llama a la puerta y hasta que entra en el salón de casa puede variar bastante. “Como ejemplo, tenemos la puesta en escena en El Hierro. La cosa comenzó sobre el 19 de julio y la erupción se produjo el 10 de octubre tras un terremoto el 8 de octubre que se supone que abre el camino a la inyección de lava. Aquí, de forma sorpresiva, enjambres sísmicos que estaban a 20 kilómetros aparecen a 10 y en ocho días la erupción está en marcha. Ese fenómeno era desconocido”, precisa antes de regresar a su día a día de reuniones, llamadas, análisis de datos y mirar cara a cara al volcán.  

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