ENTREVISTA

“El proyecto de Chira-Soria es disparatado, de alto impacto, y frustraría un nuevo modelo en el que los consumidores tengan el control”

Pedro Hernández, profesor de la Escuela universitaria de Turismo adscrita a la ULPGC y activista

Fotos: Adriel Perdomo.
M. Riveiro 0 COMENTARIOS 14/02/2021 - 09:53

-Este 2021 se cumplen 20 años de los primeros intentos legislativos de frenar el desarrollismo urbanístico, con la entonces Ley de Medidas Urgentes. Dos décadas después del gran boom turístico que experimentó Lanzarote o de la reacción social de la manifestación del 27-S, ¿qué hemos aprendido?

-El inicio del ciclo histórico lo situaría hace 30 años, a principios de la década de los 90, cuando empezaron a llegar ingentes cantidades de dinero para desmantelar la actividad productiva y convertir el país en el solarium de Europa. El antecedente de todo esto se encuentra en la clasificación masiva de terrenos, con la Ley del Suelo de 1956 en la mano, y la compra por capital internacional, en el caso de Lanzarote a través de Plalanza. En Canarias, con el modelo de ingreso en la Unión Europea, se crearon dos caballos de Troya que han destruido todo: la Reserva de Inversiones de Canarias, el instrumento legal de evasión fiscal, que ha acelerado la especulación inmobiliaria en los bordes costeros, y el Régimen Especial de Abastecimiento (REA), que ha acentuado la destrucción de la agricultura de abastecimiento del mercado interno y, de paso, el patrimonio agrícola espectacular que en Lanzarote significa el sistema de enarenados y bancales, y en Fuerteventura el sistema de gavias. A esto se añade un elemento clave, que es el cambio demográfico aceleradísimo. Pese a la situación de semiesclavitud en el sector turístico, las condiciones laborales eran mejores que en los lugares de origen. Otra de las características de todo ese periodo ha sido la hiperinflación de propaganda en torno al desarrollo sostenible y, en este tiempo, también ha habido interesantes espacios de reflexión y movilización ciudadana.

-¿Por qué esa movilización social, que ha sido tan intensa en defensa del territorio en islas como Lanzarote, ahora da la impresión de que está prácticamente desaparecida?

-Es una ley histórica: el activismo ciudadano de carácter ambientalista solo se mueve en tiempos de crecimiento. En los tiempos de crisis no es habitual, porque la gente tiene otras emergencias. En el caso de Lanzarote, donde fue mucho más intenso y obligó al Cabildo a acudir a los tribunales, se contó con una singularidad, como la existencia de la Fundación César Manrique. En Lanzarote se ha puesto en cueros la realidad de los procesos urbano-turísticos que no respetan ni los consensos mínimos. Estamos indudablemente en un tiempo nuevo, atravesado por la crisis climática y la pandemia, en el que no cabe más propaganda de desarrollo sostenible. Tiene que haber, de forma acelerada, un cambio de paradigma, reconociendo el fracaso si no queremos que en Lanzarote la crisis sea bestial. La realidad ha demostrado que ninguna sociedad se puede construir si no se hace de forma equilibrada.

“Tras el rechazo a Chira-Soria está la negativa a entregar la cuenca hidrográfica más importante a una multinacional durante más de 50 años”

-En los últimos tiempos se está observando el interés de compañías privadas por instalar aerogeneradores y plantas fotovoltaicas, pero se carece de una ordenación y prima la voluntad de las empresas a la hora de ubicar esas instalaciones. ¿Cómo se puede gestionar esto, que puede convertirse en un problema?

-El fenómeno que se está dando con las energías renovables es el mismo que se dio con la clasificación de suelo para el turismo en la etapa del franquismo. Se está entregando el viento y el sol a las multinacionales, sin planificación territorial y con un instrumento, que es la declaración de interés general, que despoja a los propietarios del suelo de cualquier derecho, dejándolos sometidos a una decisión política. Es un modelo corrupto y mafioso. La penetración de las renovables debería tener un camino que pase, en primer lugar, por la eficiencia energética y por el ahorro de los consumos públicos. En segundo lugar, la Administración pública debería instalar placas solares en todos sus edificios. El catedrático Ricardo Guerrero ha estimado que hay 200 kilómetros cuadrados de superficie en Canarias aptos para las renovables. Y, en tercer lugar, incentivar las cooperativas y el autoconsumo. Sería muy conveniente también saber cuánto se están llevando Endesa y Red Eléctrica de Canarias. Está claro que, por la falta de planificación, se están produciendo impactos en el territorio. En Fuerteventura es inadmisible lo que está ocurriendo y en Lanzarote va camino de repetirse ese fracaso. Es fundamental que las renovables estén allí donde se produce el consumo, en zonas industriales y en áreas periurbanas, no en medio del campo y luego poniendo una autopista de torretas para trasladar la energía. Los ciudadanos tienen que poder participar en la planificación de su isla. Sería un síntoma de que vivimos en una sociedad con democracia real. Lo contrario es lo que sucede ahora, que no existe planificación y las decisiones dependen de la discrecionalidad política.

-¿Echa en falta foros de participación ciudadana y de debate público? Por su posición crítica con respecto al proyecto de la central hidroeléctrica de Chira-Soria ha recibido ataques personales del presidente del Cabildo de Gran Canaria…

-Los espacios de participación institucional ni siquiera se activan. La reacción a un proyecto disparatado como el de Chira-Soria es muy interesante: la plataforma está formada por más de 23 entidades y es un instrumento de participación muy amplio. De fondo está el rechazo a entregar la cuenca hidrográfica más importante a una multinacional como Red Eléctrica durante más de 50 años, con un proyecto de gran impacto que supone construir una desaladora que va a verter salmuera al principal saladar de Canarias, abrir en canal el barranco para subir el agua a la presa de Soria, elevando el agua a mil metros de altura, con el daño que supone bombardear con dinamita durante 70 meses para abrir un túnel para las turbinas, además de la autopista de torretas y las nuevas pistas que se van a abrir. No hay un lugar en el que coincidan cinco espacios de la Red Natura 2000 y el proyecto no tiene sentido ni siquiera desde el punto de vista energético. En realidad, frustraría un nuevo modelo: los expertos hablan de descentralización, de producción redistribuida y de que los consumidores tengan el control. Antonio Morales está en una deriva trumpiana, autoritaria, y peca de macartismo, de perseguir a la gente que discrepa respetuosamente. Me estuvo insultando varios días y, como Trump y su America First, viene a decir que de los espacios naturales de Gran Canaria no podemos opinar. Resulta curioso cuando su principal asesor en materia de cambio climático no vive en Gran Canaria, cuando declaró a Manrique hijo predilecto por su centenario, de lo que estamos por cierto muy orgullosos, o de que tiene una Consejería de Solidaridad Internacional que colabora constantemente con El Sáhara. Tiene que ser educado, respetuoso y estar a la altura institucional del cargo, y asumir que las sociedades son plurales. De lo que estamos convencidos es de que Chira-Soria es la punta de diamante que va a abrir muchas luchas en Canarias, junto a otras como la oposición a un camping privado enuna zona de protección de aves en El Cotillo o la batalla para salvar la única playa fósil en las islas occidentales, en La Tejita. Toda esa energía tiene que converger y probablemente lo hará en los próximos meses.

“Antonio Morales está en una deriva trumpiana, autoritaria, y peca de macartismo, de perseguir a la gente que discrepa respetuosamente”

-¿No están obsoletas las estructuras organizativas habituales en la sociedad civil y el ecologismo?

-Eso ya no sirve. Son los escombros de la historia. Las emergencias del siglo XXI exigen otros espacios de reflexión. No puede haber ambientalismo de puertas giratorias ni connivencia con el poder. Con Chira-Soria se ha generado un espacio de colectivos y personas de todas las Islas, personas que en muchos casos son la base electoral e intelectual de gobiernos progresistas y que, en el caso de Gran Canaria, se están despertando del sueño inmaculado de Antonio Morales. Ese fenómeno tiene posibilidades de trasladarse a otras islas, así como Foro Lanzarote, desde finales de los años 90, generó mucha expectación en Gran Canaria, Fuerteventura y Tenerife, y facilitó la creación de grupos. En islas como Lanzarote, en la actualidad, no hay una lucha concreta que pueda cohesionar, pese a que la situación de crisis del sistema es más acelerada. Surgirá, porque lo que se ve es que se quiere volver a proyectos y modelos de desarrollo del pasado, totalmente caducos.

-Los estudios, incluso antes de la pandemia, apuntan a que, por ejemplo, menos del uno por ciento de la economía de Lanzarote está vinculada al sector primario. Sin embargo, no parece que esté en la agenda real la diversificación económica.

-Eso es porque hay un problema de alfabetización a todos los niveles, especialmente en la política. También hay otros culpables: en la universidad, que debería ser el centro del conocimiento, los proyectos de investigación tienen que estar al servicio de los problemas reales. En general, el ámbito académico ha estado riéndole las gracias a este modelo turístico y no lo han cuestionado. Al contrario, ha mirado para otro lado, mientras se producía la desaparición del sector primario y del autoabastecimiento, que posibilita algo tan básico como una alimentación sana y de kilómetro cero. Quienes están en política deben entender cuestiones básicas para nuestro futuro: que no es de recibo entregar el sol y el viento a las multinacionales, que hay que recuperar el agua de la privatización y que el territorio tiene derechos. Hay que cambiar el modelo productivo urgentemente. ¿Es fácil? No, pero si queremos sobrevivir tenemos que asumirlo.

“Con la crisis climática y la pandemia, no cabe más propaganda de sostenibilidad. El ámbito académico ha estado riéndole las gracias a este modelo turístico”

-Esos derechos del territorio a los que alude en ocasiones pueden pugnar con ciertos proyectos de infraestructuras. La iniciativa estrella esbozada por el Gobierno de Canarias en Lanzarote es una nueva circunvalación, desde Arrecife hasta la subida a Tías, pasando por Playa Honda. ¿Cuál es su opinión?

-Es un ejemplo de cómo piensa el aparato político y el aparato técnico, que tiene una responsabilidad tremenda. Les han formado para proyectar en un territorio infinito, para expoliarlo. Se resume en aquella frase de Groucho Marx: “Más madera, es la guerra”. Sin haber salido de la pandemia, que va a dejar una realidad socioeconómica distinta, siguen empeñados en una dirección equivocada y seguramente pretenderán dedicar fondos de la Unión Europea a ese tipo de proyectos. ¿No entienden que el modelo de movilidad, ya en Europa, es distinto? Hay que pacificar la Isla, poner en marcha mecanismos para que el transporte público sea efectivo y apostar por nuevos modelos de movilidad sostenibles. Lamentablemente, la mentalidad de políticos y técnicos es la de construir nuevas carreteras por nuevos trazados, consumiendo más territorio, que es el activo más importante que tiene cualquier sociedad y Lanzarote en particular desde que fue revalorizada, desde los años 60, por la intervención de Manrique. Es un escándalo, y lo que hay que preguntarse es si vamos a seguir tolerando cómo se está planificando la destrucción de la Isla. Es urgente quitar presión de vehículos a las carreteras de Lanzarote y abordar la irracionalidad que se sufre en las travesías de los pueblos, donde hay un problema de fragmentación, de inseguridad y de contaminación acústica constante. Pongo los ejemplos de Tiagua, Tao, Mozaga o San Bartolomé. Es como si lo único que interesase es acelerar la velocidad.

-¿Qué condiciones cree que se tienen que dar para que resurja ese movimiento ciudadano en Lanzarote?

-Se tiene que dar una catarsis, dejar el pasado en la puerta, aceptar la democracia y la pluralidad. Todos tenemos pasado. Hay personas que honestamente están por abordar el análisis de cómo está Lanzarote y poner sobre la mesa otro modelo de desarrollo, pero no es algo que surge de hoy para mañana. Lo que se llamó la intifada contra el desarrollismo turístico de finales de los años 90 fue un proceso largo. Durante varios años se estuvieron generando ideas, en torno a Cuadernos del Guincho. También se sistematizó la propaganda sobre el desarrollo sostenible que se bombardeaba desde las instituciones. Se bajó a galeras para ver lo que se estaba haciendo realmente, y eso fue generando voces plurales. ¿Se dan las condiciones para un proceso similar? Es difícil. La realidad, desde el punto de vista humano, es compleja, y Lanzarote ha sido una olla a presión. Será posible si hay inteligencia emocional y se es consciente de la importancia de generar espacios de encuentro, para frenar lo que viene y abordar nuevas expectativas de futuro, acordes con el siglo XXI.

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