ENTREVISTA

“La corrupción está en todos los ámbitos, allí donde el ser humano mete la mano”

Víctor Bello, escritor

M. Riveiro 0 COMENTARIOS 15/05/2021 - 09:12

-‘Operación Ática, Bengoechea caso 1’ es la segunda novela que publica, poco después de ‘Del uno al otro confín. Relatos del confinamiento’, con la corrupción como el tema principal, a la que se enfrenta el inspector Ignacio Bengoechea. ¿Por qué la corrupción?

-La intención de escribir sobre corrupción surge cuando estaba haciendo la tesis doctoral, que trata sobre la relación entre el poder y los archivos en la historia de Canarias. Ahí ya tocaba temas de corrupción. Trabajé en la tesis justo después de la crisis de 2008, cuando surgen diversos casos y, a la par que escribía, que leía bibliografía y documentos, apreciaba una continuidad de la corrupción en la administración, prácticamente desde el principio de los tiempos. Si nos remontamos al pasado, veremos cosas muy similares a las que están ocurriendo ahora. En aquella época fui acumulando recortes de prensa, artículos... la idea inicial era elaborar un ensayo sobre corrupción con una comparativa histórica. Al final, decidí escribir una novela. La corrupción está en todos los ámbitos, allí donde el ser humano mete la mano.

-No le da la impresión de que la corrupción ya no escandaliza. Sí llama la atención cuando hay una detención o un registro, pero luego la condena judicial llega habitualmente tarde y el reproche social se olvida pronto.

-Esa reflexión está en la novela. De hecho, el protagonista, el inspector Ignacio Bengoechea, se plantea para qué sirve su trabajo y cuál es la finalidad. Sabe que las condenas, si llegan, van a tardar mucho y serán relativamente leves para los delitos, que los corruptos saldrán de la cárcel y seguirán disfrutando de su dinero. El exceso de información, donde una noticia pisa a la siguiente en pocos minutos, hace que en ocasiones parezca que se ha normalizado la corrupción. Por eso quería escribir la novela, que es una forma más reposada de abordar el tema.

“El protagonista, el inspector Bengoechea, se plantea para qué sirve su trabajo”

-El espacio en el que se desarrolla la narración es una ciudad que se llama Pasividad. Hay una clara intención en el nombre...

-Es una metáfora, evidentemente. Cuando empecé a plantear la novela no quería centrarme en un único caso ni en una única localidad, sino compendiar las diferentes formas en las que se ha materializado la corrupción en los últimos años. Así que inventé una ciudad. ¿Cómo actúa la sociedad ante la corrupción? Con pasividad. Todos somos también culpables y seguimos votando a gente que delinque. Cambian pocas cosas: ahora ya no son imputados, son investigados, hablamos de transparencia... Transformamos el lenguaje pero sin cambiar el fondo.

-Por su visión como historiador y archivero, ¿hay una repetición histórica del fenómeno de la corrupción? ¿Echa raíces en la historia de Canarias?

-Echa raíces en la historia de las Islas y de cualquier lugar. Si empezamos analizando el Imperio Romano, vemos que la corrupción era atroz. Y si nos centramos en la historia de Canarias, apreciamos cómo el propio gobernador de Tenerife y La Palma, Alonso de Lugo, cuando empieza a hacer los repartimientos de tierra entre los primeros pobladores, reparte para los amigos, quitándosela a unos para entregársela a otros. Eso no deja de ser corrupción. Como todo eso se registraba en unos libros de repartimientos, ¿qué hacía Alonso de Lugo? Pues manipularlos, tachar y, donde ponía un nombre, cambiarlo... La manipulación del documento, de la información, de los archivos, está a lo largo de la historia cuando se produce un acto corrupto. Forma parte de la dinámica.

-Y si no hay memoria y nada lo atestigua, es como si no hubiera pasado...

-Uno de los periodos álgidos de la corrupción, sobre todo a nivel político, es el siglo XIX con los pucherazos en las elecciones y el caciquismo, que lo que hace es destruir los archivos por toda España. Aquí en Canarias también, para que no quedara evidencia, porque lo mismo se manipulaban elecciones que se adueñaban de tierras o se iban apropiando de lo público...

“En Canarias también se destruyeron archivos para no dejar evidencias”

-Y frente a ese ‘modus operandi’, la soledad de quien tiene que investigar la corrupción, en muchas ocasiones con falta de medios y con la sensación de no saber si lo que está haciendo servirá para algo. ¿El tema da para una saga del inspector Bengoechea?

-Tengo planteado el segundo caso de Bengoechea, pero no será sobre corrupción, que aquí la agoto como tema, aunque es inagotable. Iré buscando para el inspector temas sociales a los que se les presta escasa atención cuando deberían ser cuestiones muy relevantes.

-El narrador es un escritor que finge su muerte por buscar el éxito editorial. ¿De dónde surge la idea?

-Se me ocurrió precisamente en la presentación de mi primera novela, en Las Palmas de Gran Canaria, en un día que había un atasco descomunal. Pensé: “Si ahora tenemos un accidente no llego a la presentación”. Coincidió con un periodo en el que murieron varios escritores que eran conocidos, pero su relevancia se multiplicó tras fallecer y se dispararon las ventas de sus libros. En la novela, al fin y al cabo, también se plantea que quien más y quien menos tiene sus pecados y su pequeño pacto con el diablo. El narrador tiene que purgar por fingir su muerte solo por el éxito.

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