SOCIEDAD

Cuando el maltratador se salta el distanciamiento

Las víctimas, expuestas ya de por sí a una situación límite, tienen que compartir las 24 horas con su agresor en unos cuantos metros cuadrados y con la puerta cerrada. Esto hace que se dispare el grado de tensión, sometimiento y control

Foto: Carlos de Saá.
Eloy Vera 1 COMENTARIOS 16/05/2020 - 10:17

En tiempos de distanciamiento social, muchas mujeres tienen que vivir el confinamiento al lado del hombre que las maltrata. Expuestas ya de por sí a situaciones límite, compartir prácticamente las 24 horas con un maltratador en unos cuantos metros cuadrados y con la puerta cerrada al resto del mundo hace que se dispare el grado de tensión, sometimiento y control. También la violencia sexual. Es la otra pandemia en tiempos del coronavirus.

Carmen Algora lleva 15 años trabajando en violencia de género como experta profesional y académica. Hasta 2018, y durante once años, fue la responsable de la jefatura de la Unidad de Violencia de Género de la Dirección Insular de la Administración del Estado en Fuerteventura. Asegura que el confinamiento pone en riesgo “total y constante” la situación de violencia, porque  “la persona que la ejerce está en el mismo espacio, compartiendo todas las horas del día y de la noche con la víctima”.

Además, explica que, “en esta situación, el grado de violencia va a más porque la tensión aumenta”. Esto hace que la víctima “no tenga un momento para respirar y esté constantemente en tensión”, aclara esta experta en violencia de género. Asegura que el objetivo de la violencia de género es “siempre el control, el dominio y el sometimiento”.

En una situación como el estado de alarma decretado por la crisis sanitaria del Covid-19, el maltratador, confinado con su pareja, produce “un poder absoluto porque la tiene totalmente controlada”. Y, dentro de ese poder absoluto, se produce “un incremento de la violencia sexual” que puede derivar en situaciones difíciles como que la mujer no haya podido pedir el anticonceptivo del día después.

Con la puerta cerrada a cualquier ojo avizor y el dominio sobre los elementos que sirven para hacer una llamada de auxilio, el agresor vive el confinamiento con una sensación de control e impunidad que hace que en estas situaciones haya más violencia sexual porque “siente esa impunidad”.

Las llamadas al 016, el servicio de asistencia para mujeres víctimas de violencia de género, aumentaron un 30,7 por ciento durante el periodo del 14 de marzo al 15 de abril con 7.895 llamadas, frente a las 6.041 registradas durante el mismo periodo de 2019. Si aislamos abril, durante los primeros quince días del mes se registraron un 47 por ciento más respecto al mismo periodo de 2019.

A falta de datos oficiales, sí parece ser que el número de denuncias en este periodo ha bajado, según los datos que se manejan en la Fiscalía General del Estado y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). En Canarias, el número de llamadas de mujeres que alertan de violencia machista ha aumentado un 33 por ciento desde el inicio del estado de alarma y 51 han sido derivadas a casas de acogida.

En el caso de Fuerteventura, el Dispositivo de Emergencia para Mujeres Agredidas (DEMA) se activó en siete ocasiones en marzo y nueve en abril, unas cifras muy similares a las de esos meses en 2019 (nueve en marzo y nueve en abril). Aun así, la Consejería de Bienestar Social del Cabildo majorero cuenta desde el 6 de abril con un inmueble adicional para, en caso de activaciones y necesidad de ingreso, poder aislar a las mujeres por el periodo necesario y ante la sospecha de un posible contagio por el coronavirus.

En Lanzarote, el Centro de Igualdad y Atención a la Mujer (CIAM) alquiló al principio de la crisis sanitaria del coronavirus un segundo piso. “Por dos motivos”, explica el consejero de Bienestar Social, Marcos Bergaz. “Hubo algún ingreso nuevo y también queríamos tener un segundo recurso para aislar a mujeres que se incorporasen al servicio, para que pasaran la cuarentena y evitar contagios”, señala. A comienzos de mayo, el CIAM atendió a 16 personas: ocho mujeres y ocho menores. La demanda del servicio, enfocado a asistir a las mujeres víctimas de violencia de género que necesitan un lugar en el que vivir, por el momento no se ha disparado.

Juzgados más tranquilos

La violencia de género se canaliza a través de un juzgado, exclusivo en esa materia, que, en el caso de Fuerteventura, trata otros asuntos. Tras comparar el número de procedimientos durante el estado de alarma con el mismo periodo del año anterior, el fiscal Tomás Fernández se ha percatado de que en el número de procedimientos “vamos con  retraso con respecto al año pasado”. En 2019, el número 500 llegó el 15 de abril, mientras que este año van por el 433.

A simple vista, se deduce que hay menos actividad judicial en el juzgado de violencia de género de Fuerteventura. Sin embargo, el representante del Ministerio Fiscal asegura que “lo que sí se puede demostrar es que los datos proceden de población local”. El cierre de hoteles ha dejado Fuerteventura sin turistas por lo que las denuncias son de residentes en la Isla, lo que demuestra que “se han incrementado mucho en los locales, pero por mucho que haya subido, aún a efectos numéricos, no está igualado”, señala Fernández.

Desde el Gobierno de España hasta el Instituto Canario de Igualdad han intentado trasladar que los mecanismos para denunciar los malos tratos siguen activos. También se han creado iniciativas como la Mascarilla 19, un proyecto impulsado desde Canarias, donde las mujeres que se encuentren en una situación de riesgo o peligro pueden acercarse a una farmacia y solicitar una Mascarilla 19, una especie de contraseña que hará que el personal farmacéutico realice una llamada para alertar de la situación a los servicios de emergencia.

A finales de abril, en pleno estado de alarma, una mujer en Málaga tuvo que huir por el tejado con sus siete hijos para escapar de su marido. La imagen dibujó el panorama que pueden estar viviendo cientos de mujeres en sus casas sin poder escapar del agresor.

Algora reconoce que en una situación de confinamiento la capacidad para presentar una denuncia se limita “muchísimo más”. Y es que, apunta, “no es lo mismo hacerlo en el momento en el que el maltratador ha salido a trabajar, ella está en casa y dice no puedo más y va, a estar en casa y saber que no se puede ir a nada”. Los expertos alertan de que el número de denuncias, una vez se levante el estado de confinamiento, irán en aumento. Esta experta en violencia de género entiende que puede haber un repunte en las denuncias posteriormente, pero “tampoco tenemos la varita porque las circunstancias de cada mujer son muy específicas”.

Además, a este confinamiento le sumamos una situación de crisis económica, tremenda. Y en momentos de crisis económica, explica Algora, “las mujeres no se van porque tienen miedo de no poder depender económicamente”.

Desde la Federación Arena y Laurisilva, Centro de Apoyo Integral Fuerteventura también creen que se incrementará el número de denuncias, una vez se produzca la desescalada. “Nosotras consideramos que va a aumentar considerablemente por parte de mujeres que ya están sufriendo la violencia en este momento, pero que no han podido denunciar o pedir la ayuda de algún recurso de atención. Va a haber muchas mujeres que al salir a la calle van a sentir más libertad para hacerlo”, asegura la trabajadora social de la Federación, Raquel Martínez.

La realidad que se han encontrado las trabajadoras de Arena y Laurisilva en Fuerteventura es que se ha duplicado el número de atenciones durante el estado de alarma con respecto al mismo periodo del año pasado

La realidad que se han encontrado las trabajadoras de Arena y Laurisilva en Fuerteventura es que se ha duplicado el número de atenciones durante el estado de alarma con respecto al mismo periodo del año pasado. En concreto, desde el 16 de marzo hasta el 28 de abril se realizaron un total de 255 atenciones desde las diferentes áreas del centro (área social, psicológica y jurídica), mientras que durante los meses de marzo y abril de 2019 se llevaron a cabo un total de 132 atenciones.

Raquel comenta que desde el recurso de la Federación se ha seguido prestando atención en el ámbito psicológico, jurídico y sociolaboral a todas aquellas mujeres que han requerido del servicio, a través de teléfono, redes sociales, WhatsApp, y correo electrónico. Además, apunta que “se nos han dado muchos casos de mujeres en situación de vulnerabilidad social que están recurriendo a nuestro servicio por las dificultades que encuentran para acceder a otros recursos que tienen los teléfonos colapsados”.

Martínez explica que en el ámbito psicológico ha habido “una gran demanda” de mujeres que habían terminado su proceso terapéutico, tras sufrir violencia hace años, y que ahora con el confinamiento “han tenido cuadros de ansiedad o somatizaciones”. También usuarias, continúa explicando, que “necesitan ahora reforzar sus roles como madres o que están siendo víctimas de situaciones de violencia y nos están pidiendo ayuda”.

Desde el ámbito social, se han disparado las situaciones de necesidad económica para cubrir necesidades básicas como alimentos o la demanda de información para hacer frente al alquiler de la vivienda.

En el ámbito jurídico, se han dado casos relacionados con temas de custodia y mujeres víctimas que “han vuelto a sufrir la violencia, pero no directamente sino a través de situaciones que se están produciendo con motivo de las custodias de los hijos”, alerta esta trabajadora social.

Raquel Martínez coincide con otros profesionales en el área de la violencia de género que el actual estado de alarma permite al maltratador campar a sus anchas y limita la capacidad de movimientos de la víctima. Incluso, asegura que “muchas mujeres tienen una situación económica tan límite que ni siquiera tienen crédito en sus teléfonos móviles y, por tanto, no pueden usar ese medio para pedir ayuda”.

Criar con miedo

Los hijos e hijas nacidos en hogares donde se produce violencia de género, aún sin verla directamente, “son víctimas directas de la violencia. Las mujeres que tienen que cuidar de esos hijos, al no estar en situación de salud emocional ni personal, no pueden ofrecer cuidados en condiciones óptimas. No crían en libertad y, por tanto, van a criar con miedos”, asegura Carmen Algora.

Esta graduada social asegura que, en una situación como la del confinamiento donde se incrementa el nivel de violencia y tensión, los hijos e hijas “se están comiendo todo eso. Unos llegan a sufrir agresiones y otros no, pero están en constante tensión porque en una familia donde hay violencia de género la tensión es día a día”.

El escenario que se puede dibujar una vez se levante el confinamiento tiene, según Carmen Algora,  dos vertientes. Una, es que el maltratador haya hecho más mella en la mujer con lo cual estará después en “una situación de vulnerabilidad aún mayor porque no ha tenido vía de escape y él ha conseguido hacer una presión mayor sobre su estado psicológico, anímico y personal”, y otra que es que las mujeres hayan “tomado una conciencia mayor de que eso no puede seguir así y entonces busquen una salida”.

LAS REDES, HERRAMIENTA DE ACOSO DURANTE LA CUARENTENA

La experta en violencia de género Carmen Algora abre el espectro del maltrato y pone el foco en las niñas y adolescentes. Alerta de que habrá niñas en esta situación de confinamiento que “estarán sufriendo un acoso brutal por las redes sociales a través de los dispositivos electrónicos de sus novios maltratadores”. Esta situación de distanciamiento social, entre los adolescentes, desemboca en un grado de celopatía aún mayor porque “no tienen el control, no pueden ver a su novia”. Ante esa situación de no saber qué está haciendo la pareja, el acoso aumenta.

Comentarios

Cuanto dinero por el sumidero de los chiringuitos que solo cuentan víctimas... no dinero para prevenir. Algo parecido a la gestión del Sars-Covid-2

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