MIGRACIONES

Desde Senegal a Puerto del Carmen para ganarse la vida

Adiam llegó en patera a las Islas hace 15 años, ha trabajado en la construcción y ahora recorre la playa para tratar de vender lo que puede para subsistir

María José Lahora 0 COMENTARIOS 11/09/2021 - 09:21

Adiam es senegalés y lleva en España desde 2006. Este ha sido su primer año de venta ambulante en la arena de las playas de Puerto del Carmen, donde reside desde 2009. En un español pulido durante los cerca de 15 años en el país reconoce que estas ventas no están regularizadas. “Sabemos que esto no es legal, pero, sin trabajo, algo tenemos que hacer para sobrevivir. Al menos no estamos robando ni haciendo nada malo”, dice.

Al igual que otros compañeros, se ha visto obligado a patear la playa a pleno sol con temperaturas que pueden superar los 40 grados centígrados, como las alcanzadas en la última ola de calor del pasado mes de agosto.

El ahora convertido en vendedor ambulante de la manta playera más de moda explica que ha trabajado principalmente en el sector de la construcción y en la agricultura, tanto en la Isla como en Fuerteventura, donde permaneció durante un periodo de dos años, e incluso estuvo una temporada en Valencia, nada más llegar a España. Ahora ha descubierto una nueva fuente de ingresos mientras se activa el mercado laboral pospandemia.

Adiam reside en Puerto del Carmen y debe ganar lo suficiente con la venta ambulante para hacer frente al pago del alquiler y subsistir. Al día suele vender en torno a una decena de mantas de playa. Para alcanzar este objetivo debe comenzar su peregrinación en busca de potenciales compradores a las once de la mañana, cuando la playa comienza a recibir a los primeros bañistas.

Su jornada laboral playera se suele extender hasta las cuatro de la tarde, quizá puede concluir antes, dependiendo de si ha resultado una jornada exitosa. Cuando cae la noche despliega su propia manta en una esquina de la Avenida de Las Playas de Puerto del Carmen para vender otros artículos: gafas de sol, bolsos... “Es mi zona de siempre”, apunta.

Adiam desembarcó en Gran Canaria en el año 2006 tras una travesía en patera de tres días desde Mauritania. Pagó 1.500 euros para poder estar a bordo de una embarcación rumbo a Europa. Explica que alcanzar el continente europeo es el sueño de todos los jóvenes de su país. Viajó a Mauritania desde su ciudad natal, Louga, a mitad de camino entre Dakar y la frontera mauritana, para trabajar durante tres años y poder costearse el alto precio del pasaje.

Su juventud fue dura. Tampoco tuvo una infancia fácil. Contaba tan solo tres años de edad cuando perdió a sus padres. Sin padres y con un hermano que ya había conseguido superar satisfactoriamente la ruta canaria, no le costó tomar la decisión de abandonar Senegal, incluso poniendo en riesgo su vida. “Tenía que intentarlo”, dice en referencia al peligro que supone embarcarse en una epopeya que bien podría acabar en tragedia.

El vendedor, de 33 años de edad, comenzó su periplo europeo en Valencia donde contaba con familia. A los cinco meses pudo regresar a Canarias. Su primera parada fue Fuerteventura. En la isla vecina trabajó en la construcción durante dos años, 2007 y 2008. Tras concluir su labor en tierras majoreras, en 2009 optó por trasladarse a Lanzarote, donde reside desde entonces desempeñando empleos de albañil o jornalero. Vive en Puerto del Carmen con otros compatriotas, en una vivienda de alquiler por la que pagan 450 euros, 150 euros por cabeza.

Cuando Adiam desembarcó en Canarias eran otros tiempos. Por entonces, los migrantes aún tenían posibilidades de regularizar su situación y encontrar un trabajo bien remunerado. Recuerda que antes de tener un empleo ya había podido regularizar su situación en el país y que hasta ahora no le había faltado ocupación.

Ahora, la llegada de migrantes a las costas canarias es masiva, muchos son los que perecen en el intento. Al menos 428 personas han perdido la vida en la denominada ruta canaria en lo que va de año, entre ellas 25 niños. El último balance publicado por el Ministerio del Interior revela que, hasta el 15 de agosto, más de 8.200 personas habían llegado en pateras o cayucos al Archipiélago.

Llegó en patera hace 15 años: “Es muy duro vivir en África, no hay nada”

Adiam explica que se trata de hombres, mujeres e incluso familias enteras que se encuentran en la misma situación por la que él se vio empujado a abandonar su país: “Así es África. Es muy duro vivir allí. No hay trabajo, no hay nada. Los que vienen son miembros de familias pobres. Jóvenes que deben marcharse para buscarse la vida”.

El vendedor habla de las grandes diferencias que separan a la gente acaudalada del resto de la población, con apenas ingresos mínimos. “Senegal es muy grande, no es solo Dakar, la capital, hay muchos otros pueblos. Quien visita el país y lo conoce realmente se lleva una impresión muy triste”, comenta. El sueño de Europa es lo que alimenta la esperanza de los jóvenes africanos.

Playas llenas

Puerto del Carmen ofrece este verano una imagen bien distinta. Mucho difiere el paisaje de Playa Grande del de hace un año. En 2020, los hamaqueros desplegaban tumbonas y sombrillas a la espera de un turismo que no pudo llegar. En 2021 se han batido récords en llegadas de vuelos a la Isla.

A finales de julio se recuperaba el mercado británico que volvía a liderar las cifras de visitantes, pero, sin duda, ha sido el turismo nacional el que ha despuntado más allá de salvar la temporada. Los visitantes de origen español han copado las plazas hoteleras y el mercado de alquiler de coches. Los establecimientos de hostelería que han ido reabriendo sus puertas han llenado sus mesas y los vendedores ambulantes han hecho su particular agosto.

Adiam asegura que hasta el mes de agosto solo vendía a españoles en la playa. No en vano, era sin duda el turismo predominante, aunque también influye que prefiere tratar con los turistas nacionales, de los que dice son “más comprensivos” con la situación que atraviesan los migrantes. “Saben que nos tenemos que buscar la vida”, comenta.

Es de los que no les gusta extenderse en la charla y por ello establece precios fijos, incluso uno con descuento para residentes. “Quien quiere comprar, compra. Si no quiere, no hay más que hablar y sigo caminando”, dice. Al día puede vender entre cinco o diez mantas de playa de tamaño familiar.

La competencia en la playa va creciendo, los veteranos vendedores tienen que compartir los potenciales clientes con los recién llegados. Al respecto, Adiam afirma que no existe rivalidad y que suele haber sintonía, y, sobre todo, se respeta la antigüedad.

Todos deben estar atentos a las patrullas policiales. En este sentido, el senegalés comenta que, en su caso particular, la relación con la Policía Local de Tías es “buena” porque le conocen desde hace años y suelen tener manga ancha con él.

Junto a comerciantes de origen africano con sus toallas de grandes dimensiones a cuestas se puede ver también atravesando la arena a masajistas de origen asiático ofreciendo sus servicios a los bañistas o a veteranos vendedores de refrescos cargando neveras. Por fin han podido regresar al litoral lanzaroteño tras el parón turístico de la pandemia. Ninguna de estas actividades está regulada.

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