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El hoy por hoy de la artesanía: nuevos y veteranos artesanos son el reflejo de una industria en continua evolución

Desde el polifacético Fefo García al joven lutier de 20 años Felip Martin, son muchos los representantes del sector de la artesanía lanzaroteña, donde convive tradición con modernidad

María Jesús Pérez (Chuchi). Fotos: Rafael Fuentes.
María José Lahora 0 COMENTARIOS 27/10/2019 - 08:41

Luisa Guillén trabaja la cestería de palma en su residencia de Tinajo. Comenzó en el mundo de la artesanía, como afición, hace poco más de una década cuando decidió participar en un taller, donde dice que aprendió “lo básico” para perfeccionar la técnica de forma autodidacta.

En este tiempo ha sabido adaptar su habilidad para trabajar el palmito a los requerimientos de la última moda. Desde las tradicionales sombreras, forradas con trigo y de gran demanda en época de romerías que han llegado hasta Tenerife, hasta bolsos o carteras de mano forman parte de su muestrario. Las esteras, algunas forradas, son otras de sus propuestas.  


Luisa Guillén.

Aurora Górriz y Paco Vázquez, dedicados a la cerámica artística, comparten el taller Aupa de Nazaret desde hace más de veinte años. En la obra de Paco reina el mundo animal, mientras que Aurora da vida a sus figuras de cerámica. Expresar el movimiento es su leitmotiv, y muchas de sus creaciones son móviles. Especial sensación causan sus muñecos articulados de barro en los que representa un juego de equilibrio y que han llegado a manos de niños por su gran resistencia. Invita a que se juegue con ellos, con garantía de por vida.

Curiosamente, una de sus jóvenes clientas acudió a su puesto del mercadillo de Haría para que le arreglara una muñeca, adquirida un año antes, que “salió volando”. “Y se la reparé, estaba contentísima cuando la vio totalmente recuperada, pero le advertí de que no la tirase por los aires”, comenta riendo.

Dice que recientemente en un yacimiento arqueológico han encontrado un muñeco de barro articulado. “Y uno que se piensa que inventa”, ironiza. A Paco Vázquez le gusta enfrentarse a nuevos retos, como un lagarto que expone orgulloso en su mesa de trabajo y del que dice le llevó más de quince días terminar, colocando las bolitas que simulan la piel del animal.


Francisco Vázquez.

Al alfarero Fefo García se le podría describir como un filósofo del barro. Una conversación con él deriva en un monólogo sobre la materia y su relación con el ser humano. “Nosotros somos barro”, asevera. Asegura que los artesanos no son creadores, que él no da vida al barro, sino que es el material el que te permite darle la forma. “El barro se presta a ello”, dice.

Timplista, escritor y alfarero, su obra transmite tradición y cultura indígena, aunque asegura que “cada etapa de la vida del artesano es diferente. Vive una evolución”. Opina que “la artesanía tradicional está llamada a sucumbir, pero las que hoy aparecen son la representación de su tiempo”. Por ello le gusta participar en talleres para niños. “Me gustan los chinijos porque son abiertos, por su creatividad inconsciente, su fantasía sin límite”. 


Fefo García.

María Jesús, más conocida como Chuchi, ha reinventado la camisa graciosera. Su apelativo da nombre a la marca que viste a políticos y que ha confeccionado el vestuario del espectáculo César Manrique, el musical, Las Chuchis. De la mano de la tradición familiar, iniciada por sus tías, Inocencia y Agustina Páez, da vida a sus prendas con la incorporación de coloridas combinaciones más llamativas al estilo clásico de mahón.

Creada en 2016 como sello comercial, la propuesta nació con la intención de contribuir a mantener las tradiciones de la más pequeñas de las islas canarias. Sus peculiares diseños de “parches”, de una delicada selección de telas, ya han dado la vuelta al mundo gracias a las redes sociales y cuenta con pedidos de China, Alemania y Península, además de en todo el Archipiélago. 

Nico Panna y Bárbara Turturro de Lovercraft Design confieren nueva vida a los materiales. Además de ser diseñadores de interiores, participan en un taller del nuevo mercado de artesanía de Biosfera Plaza, una iniciativa privada de artesanos lanzaroteños para dar a conocer sus propuestas con actividades para niños y adultos. Sus diseños van desde el reciclado de madera y muebles hasta el papel, que transforman en lámparas, o incluso las cucharillas de helado que se convierten en anillos.

Sus trabajos como interioristas buscan dar vida a las estancias con viejos materiales. La formación como diseñadores gráficos les permite realizar proyectos virtuales como base para las iniciativas decorativas en las que el trabajo artesanal de restauración de materiales desechados es la marca de la casa y donde tampoco faltan los proyectos con vidrios extraídos de la costa lanzaroteña.


Nico Panna y Bárbara Turturro. Reciclado de materiales.

Marian Gil Amonárriz es una artista del diseño de complementos, que confiere una nueva función a prendas en desuso y retales. Se considera costurera, oficio en el que lleva desde los 14 años. Hasta que un día se le ocurrió dar nueva vida a unos vaqueros viejos y nacieron así sus primeras creaciones, bolsos y mochilas singulares, en los que no faltan los motivos de la Isla. Comenzó cosiendo en un taller de lencería, sin embargo, “trabajar en serie” la desmotivó.

También montó su propio taller de arreglos en Arrecife y ahora le gusta dedicar su tiempo a su faceta artística. Sus propuestas abogan por el diseño pero también por el reciclaje. En esta vertiente su creatividad no tiene límites. Para decorar el stand que presentó en la última feria de artesanía de Lanzarote confeccionó toda la decoración con cartón. Una curiosa máquina de coser, el mostrador y hasta una simpática caja registradora formaban parte del expositor.


Marian Gil Amonárriz.

Felip Martín, el lutier más joven

A sus 20 años Felip Martin rebosa juventud e ingenio. Empezó a construir sus propios timples a los 15 años, después de hacer un curso para adquirir los conocimientos básicos y continuar de forma autodidacta incorporando nuevos diseños, formas y materiales hasta lograr curiosos instrumentos. “Me gusta innovar diferentes formas y materiales”, dice. Su propuesta: modernizar el instrumento, no sólo con nuevas formas sino también colores. Tanto es así que algunos de sus instrumentos causan sensación a quien los muestra. Destaca uno especial realizado con madera de Hawai, a donde viajó para traerse el material. No en vano, los ukeleles son también otra de sus preferencias y que presenta junto a un bajo de escala corta o un cajón flamenco.

Su ingenio le lleva a crear nuevas formas para tradicionales instrumentos

Tiene un curioso timple realizado con una caja de puros del que Benito Cabrera quedó prendado y le pidió incorporar al museo del timple.  Su sello es la palmera y confía en que sus instrumentos permitan no solo identificar al artesano, sino al propio instrumentista que los toque. No tiene un instrumento igual y su ingenio le ha llevado a experimentar con todo tipo de materiales y técnicas. Huesos de vaca, de camello, cuerno de búfalo o nácar, procedente de los burgaos, forman parte del diseño de sus creaciones. Lo último, imprimir unas peculiares vetas en la madera, simulando un vulcanizado, creando un campo conductivo dentro de la madera, tras colocar un lado positivo y otro negativo para lograr que el líquido conductivo provoque una llama que queme solo la veta interior y fijar así el detalle. 

La idea de realizar el taller de lutier surgió después de gastarse más de cien euros en un timple que asegura que “no valía nada y cuyas tapas se doblaban”. Le costó que aceptaran, en la actividad formativa destinada a adultos, a un joven de 14 años, pero finalmente pudo participar en el mismo durante dos años. “Luego no querían que me fuera”, comenta.

Su madre Ana es su principal admiradora, aunque recuerda que cuenta con la ayuda de su hermano, dos años menor que él. Sus instrumentos han llegado hasta Nueva Orleans y crea sus propios barnices con diferentes resinas que trabaja con alcohol. Y hasta es capaz también de aprovechar el motor de una lavadora para construir su propia lijadora.

Mientras tanto, ha completado un grado de Vitivinicultura y ahora compagina su afición con un grado medio de Joyería, para perfeccionar la incrustación y experimentar con diferentes materiales. Aboga por el empleo de la madera sostenible, “aquella que no implique talar árboles”, por lo que le gusta aprovechar la de ejemplares “que mueren”. “Se trata de maderas que no han sido regadas artificialmente, son más antiguas y por tanto de mayor calidad”.  

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