ECONOMÍA

Historia de una protesta con problemas de fondo: el agua lastra al campo de Lanzarote

Manolo Peláez, agricultor ecológico desde hace veinte años, protestó frente al Cabildo ante la falta de soluciones al campo lanzaroteño

Manolo Peláez, en la Finca Tres Peñas. Fotos: Adriel Perdomo.
Saúl García 0 COMENTARIOS 13/10/2020 - 06:26

Ya lo había pensado, tras la pandemia, la primera vez que los mercadillos estuvieron cerrados al público, pero finalmente hizo una consulta y decidió esperar. El cierre, no obstante, sí que tuvo consecuencias directas. Tuvo que prescindir, dice, de cuatro de los trabajadores de su explotación agropecuaria “para salvar una parte y no tener que cerrar del todo”, puntualiza. Con la vuelta de los mercadillos quizá pueda, incluso, aumentar la plantilla, porque “el producto va en aumento” y porque “la agricultura ecológica no es que sea el futuro, sino que es el presente”. Y por eso la segunda vez se decidió.

Manolo Peláez pasó dos días y medio en la puerta del Cabildo de Lanzarote encadenado y sin comer, durmiendo dos noches al raso sobre una caja de cartón, bajo un saco de dormir, una manta y la amenaza de incontables mosquitos. El lunes 21 de septiembre fue a una ferretería y compró las cadenas y los candados. A las seis de la mañana pidió a un empleado que lo llevara a Arrecife, pero no se lo dijo ni siquiera a su mujer porque, asegura, no le hubiera dejado. Cuando la llamó por teléfono se echó a reír porque creía que era una broma. Hace unos meses estuvo ingresado en el Hospital.

Se encadenó y llamó a sus compañeros del grupo de mercadillos, que ya hicieron correr la noticia. Registró una solicitud para hablar ante el pleno del Cabildo y exponer los problemas del sector y porque no le convence ninguna de las explicaciones o excusas que le han dado. Ha recibido multitud de respaldos: “Apoyos con creces, ni yo mismo me lo creo”.

Su acción ha vuelto a poner de actualidad algo que no se ha solucionado nunca, los problemas del campo lanzaroteño. “Mi objetivo no era llamar la atención, sino que se pongan a trabajar de una vez, que hagan su trabajo, porque esto ha pasado de castaño a oscuro”, apunta, ante la falta de impulso de la Administración.

Gran Canaria y Lanzarote estuvieron al mismo tiempo con el semáforo en rojo por la situación epidemiológica, pero en la primera isla se siguieron celebrando los mercadillos agrícolas. En Lanzarote, hasta en tres ocasiones en los últimos meses se han cancelado. Ahora la Isla está con el semáforo en verde, pero la situación puede cambiar dependiendo de la evolución de la pandemia.

“Mi objetivo no era llamar la atención, sino que la Administración se ponga a trabajar de una vez, que haga su trabajo. Esto ya pasa de castaño oscuro”

En una ocasión, el mes pasado, parecía que se iba a poder celebrar el mercadillo y, con los productos ya cargados en la furgoneta, se suspendió. Fue el día de Los Dolores, cuando se dirigía al mercadillo de Mancha Blanca, del que por cierto, dice que garantiza la seguridad sanitaria al cien por cien, “mucho más que cualquier supermercado”.

Este agricultor tiene 74 años. Nació en la provincia de Córdoba pero lleva media vida en Lanzarote. Llegó a regentar cuatro restaurantes en Puerto del Carmen, que ya se abastecían de los productos de la Finca Tres Peñas (Tías), que adquirió hace 30 años.

Por esa finca obtuvo la certificación ecológica hace 20 años, en el año 2000. Ahora explota 14 fincas. Acude a los mercadillos de Teguise, Costa Teguise, Mancha Blanca y Arrecife, porque los mercadillos son la mejor forma, y la más directa, de poner en contacto al productor con el consumidor, sostiene.

También surte al comedor de un colegio de Arrecife, el único ecocomedor de la Isla, donde los niños, dice, piden al cocinero las recetas porque no sabe igual su comida que la de casa. El próximo curso se espera que se sumen otros seis centros y aumente la cifra de 52 ecocomedores en colegios de Canarias, adonde también envía algunos de sus productos. “La gente, cada vez más, sabe que esto es salud”, añade.

En todos estos años, ha visto cómo los mismos problemas se reiteraban una y otra vez y no se solucionaban. El principal problema está claro: “La regla de oro, o de platino, es el agua. No hay otra, lo demás son todo parches”.

Un agua agrícola de calidad, suficiente y a buen precio sigue siendo la condición esencial para poder desarrollar la agricultura en Lanzarote. Dice Peláez que la solución no pasa por el agua depurada que hay ahora, ni por la planta desaladora que se plantea para Tinajo.

Por contra, desde el sector proponen una desaladora en Mala, el bombeo hacia la presa y hacia la montaña de Haría, para después distribuir por gravedad el agua a toda la Isla, de norte a sur, “de Órzola a Pechiguera”. Se necesitaría un agua desalada con otro tratamiento, que sea adecuada para el campo. Peláez asegura que ya hay una propuesta técnica que es viable.

Otro de los cuellos de botella es el volumen o la regularidad de la producción, que limita la posibilidad de acceder al abastecimiento de grandes superficies. Para Manolo Peláez, “esto es un círculo vicioso”. No hay volumen porque no hay agua y por eso, “sin un plan serio no hay nada que hacer porque no se puede estar esperando a que llueva”.


El agricultor pide "ayudas ajustadas a la realidad".

Si no se puede confiar en la lluvia, tampoco en Canal Gestión: los cortes de agua son continuos en Haría y en los últimos meses también en San Bartolomé

En la Finca Tres Peñas, en los últimos 20 meses se registraron solo 36 litros por metro cuadrado y en otra finca, Lomo Alto, 29 en el mismo periodo. Y si no se puede confiar en la lluvia, tampoco en Canal Gestión: los cortes de agua son continuos en Haría, donde se bombea una vez por semana, y en estos últimos meses también han sido constantes en San Bartolomé, donde varios agricultores han tenido que dejar morir la producción porque, en algunos casos, el agua tardó un mes en salir del grifo. “Con parches no vamos a ningún sitio y sin agua no sacamos el campo adelante”.

Sin embargo, si se soluciona el problema del agua, “se puede hacer de la Isla un vergel”, añade. Con una infraestructura adecuada, según este agricultor, hay cientos de jóvenes, con conocimientos y ganas de dedicarse al campo y a la agricultura ecológica, “que sí es viable” porque “la tierra de Lanzarote no la hay en ningún sitio”.

En su finca planta más de 40 variedades diferentes “y todas se dan bien”. “Hay mucho joven que quiere trabajar el campo, pero sin agua es un fracaso garantizado porque ahora es casi imposible desarrollar un proyecto viable”, añade.

Manolo pertenece a la sociedad agraria de transformación (SAT) El Jable, que agrupa a unos 40 productores y que apuesta por un proyecto “serio y para todos” para el campo lanzaroteño. Cree, por tanto, que la agricultura ecológica es una inversión de futuro. Se pregunta, si no es así, qué le vamos dejar a las generaciones futuras, que van a padecer el cambio climático. “¿Qué herencia les dejamos? ¿Miseria y desolación?”, se cuestiona: “Una persona medianamente inteligente se da cuenta de que hay que equilibrar la balanza y de que no podemos vivir todos del turismo”, concluye.

OTRAS ASIGNATURAS PENDIENTES

Además del agua, apunta a otros problemas, o a otras soluciones. Solicita subvenciones “en igualdad de condiciones”. Dice que habrá que demostrar que se necesitan esas subvenciones o que ciertas plantaciones están ajustadas a la realidad, porque, si no, pasará como hasta ahora, “que se beneficia a los poderosos”, como ha ocurrido con el cierre de los mercadillos respecto a las grandes superficies.

También menciona la cámara de frío del Cabildo frente a los Cuarteles, “que no se sabe lo que hace”, o el Complejo Agroindustrial, del que no se explotan todas sus posibilidades y que incluso podría servir como punto de venta.

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