SECTOR PRIMARIO

La utopía da frutos reales

El proyecto de Alborinco, cofundado por una lanzaroteña, ha cimentado desde su local situado en Telde la mayor comunidad de consumo responsable y agricultura ecológica de Canarias

Local de Alborinco en Las Huesas, en Telde.
Gregorio Cabrera 0 COMENTARIOS 23/11/2019 - 08:41

“Fuerte alborinco tienen los chinijos…”. El abuelo de Loli Rodríguez echaba a volar la frase en la casa de Tinajo cuando sus nietos y nietas montaban la escandalera. Décadas después, aquel recuerdo y aquella palabra, tan puramente original canaria que ni deja rastro en los diccionarios de canarismos, dan la bienvenida a la entrada de un local del sureste de Gran Canaria, en Las Huesas de Telde, que lleva precisamente ese nombre, Alborinco, un proyecto de consumo sano y responsable y de apoyo a la agricultura ecológica local con el que esta mujer sigue alborotando.

Hoy en día, Alborinco sirve de punto de unión entre un centenar de familias que conforman probablemente el mayor grupo de consumo responsable de Canarias y los 35 o 40 productores cuyos productos confluyen de manera regular en unas instalaciones donde “se enlazan los sueños”, según resumió un amigo de la casa.

Aquí son los propios agricultores y agricultoras quienes deciden el precio, dentro de un modelo que se fundamenta en proporcionar la mayor información a los consumidores “dándoles pautas para un consumo responsable”.

En la actualidad, la utopía con ansias de realidad de Alborinco se encuentra en una etapa expansiva. “Hemos visto la oportunidad de poner un puesto en el Mercado de Vegueta”, explica Loli sobre una posibilidad que situaría la iniciativa en uno de los corazones de la venta de frutas y hortalizas en Las Palmas de Gran Canaria, aprovechando una vacante en unas dependencias históricas que datan de mediados del siglo XIX.

Loli matiza que la eventual apertura en el Mercado de Vegueta, en pleno casco histórico de la ciudad, no supondría el cierre del despacho de Las Huesas, punto que ya se ha convertido en una referencia insular en el mundillo de la agricultura ecológica y el consumo responsable, sobre todo para personas residentes en Telde o que vienen de otros municipios del sureste y del sur insular. “La idea es incorporar nuevas personas, no desvestir un santo para vestir otro”, precisa. “Se trata de una oportunidad muy interesante”, profundiza Loli.

“El Mercado de Vegueta todavía está activo, hay presencia de productos frescos y precisamente ha quedado libre un puesto de productos ecológicos. Así que surge la opción de empezar a plantear la posibilidad de reactivar el mercado desde la conciencia y que los mercados municipales sean espacios donde los productos y los productores locales sean tratados de manera digna y tengan un precio justo. Además, como ciudadanos, todos tenemos derecho a poder elegir”, insiste. Así que están a punto de alborincar Vegueta.

“Nuestra evolución natural nos ha llevado a hacer una transformación social. En este momento nos damos cuenta de la cantidad de espacios que los agricultores están perdiendo y que la injusticia sigue estando presente. Consumimos el producto local en los supermercados o en mercados de abasto donde tampoco se tiene en cuenta que hacen un servicio a la sociedad, que mantienen un trabajo en precario y sufren una incomprensión absoluta”, denuncia.

Alborinco, como hace desde su inicio, hincha sus velas con los nuevos tiempos y sigue determinadas corrientes que casan con su filosofía. “También estamos hablando ya del modelo de establecimiento. Entendemos que podemos tener un sello que nos lo otorgue el propio grupo de consumo y el grupo de producción y que se respetan los acuerdos. Hemos fomentado un importante grupo de consumo y esto nos da cierto peso, pero sobre todo la experiencia de más de quince años experimentando sobre un modelo donde se trabajan mucho los aspectos del bien común”.

“Nuestro proyecto nació con fundamentos éticos, transparentes y responsables”, subraya Loli Rodríguez. Ahora afronta nuevos retos desde la sólida base de personas que, bien en su papel de consumidores o de productoras, se suman “a una forma de trabajo ya definida” y donde las decisiones se toman de manera mancomunada.

“A pesar de que somos una asociación sin ánimo de lucro, también vemos que la parte económica tiene que cuadrar”, comenta sobre ese árido suelo sobre el que deben transitar los sueños. Aunque hay una parte de la pócima que nadie en Alborinco quiere modificar: “Lo importante es aplicar corazón y sentido común. Si no, te conviertes en aquello que no quieres”. Podría ser el lema de este jardín de los sueños o de esta huerta utópica.

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