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Los pequeños grandes héroes del primer año escolar de la pandemia

A punto de finalizar el primer curso completo en tiempos de COVID, en Lanzarote se han vivido momentos de estrés y de incertidumbre, pero también se han aprendido lecciones para el futuro

María José Rubio 0 COMENTARIOS 10/06/2021 - 07:48

Este mes de junio concluye el curso más extraño y a la vez esperanzador que se recuerda. El primer año escolar completo en pandemia. Hace nueve meses, la vuelta a las aulas era toda una incógnita. En Lanzarote se han vivido fases de estrés y de incertidumbre, con momentos difíciles, como el pico de contagios de coronavirus tras las vacaciones de Navidad, pero también han quedado grabadas lecciones valiosas para hacer frente a situaciones complejas.

Eva Jara Fernández es directora del CEIP La Garita, en Arrieta. Unos días antes de que se decretase el estado de alarma se ordenó el cierre de los centros educativos. “Recibimos un jueves un correo de la Consejería de Educación y pensábamos que era algo temporal, que duraría poco tiempo”, recuerda. “Nadie vaticinaba lo que iba a ocurrir”, añade. Lo que sucedió fue la finalización abrupta de las clases presenciales, una adaptación acelerada a la formación por vía telemática y las dudas sobre cómo se desarrollaría el siguiente curso escolar.

“Antes de que saliesen los protocolos ya teníamos, desde julio pasado, previstas las medidas”, destaca Carlos de Coba, director del CEIP Ajei, en San Bartolomé. La mejor guía, señala, es usar “el sentido común”. A los máximos responsables de los colegios e institutos de la Isla les tocó trabajar todo el verano pasado.

“Tuvimos que estar al día con todos los protocolos que se debían aplicar, teniendo muy claro qué íbamos a hacer durante la entrada o la salida del centro”, explica Carlos. En su caso, se anticipó y desde agosto hizo acopio de pantallas o equipos de protección. El Gobierno de Canarias facilitó a los colegios e institutos de las Islas un presupuesto para hacer frente a la situación derivada de la pandemia, pero cada centro tuvo que buscar la manera más económica de asumir los nuevos gastos.

Eva está al frente de un colegio que cuenta con unos 150 alumnos y 16 profesores. Las medidas de seguridad, explica, van desde diferentes entradas por grupos, escalonadas con cinco minutos de diferencia, al control de la temperatura y el lavado frecuente de manos. El recreo se desarrolla por zonas divididas con vallas y un tutor vigila cada espacio.

El inicio del curso, explica, era algo temido por “muchos padres”, pero el colegio se ha confirmado como “un lugar seguro para el alumnado”. En lo que va de curso solo han tenido un caso estrecho, pero externo al centro. En la actualidad, el 95 por ciento del profesorado ya está vacunado contra la COVID.

El control que se lleva desde la dirección de los centros educativos públicos es exhaustivo. “Debemos tener un plano de dónde se sienta cada alumno en el aula, en la guagua o en el comedor. Siempre tienen un asiento fijo asignado durante el curso. Si hubiese un caso positivo, se conoce quién ha sido su círculo más cercano”, concreta Eva.

En los colegios, la franja de edad más complicada es la etapa de infantil, confirma Eva. “En un mismo aula conviven niños de cinco y seis años, y la mascarilla es obligatoria a partir de los seis años. ¿Cómo le explicas al niño o niña que debe llevar la mascarilla y el resto de sus compañeros no, porque aún tienen cinco años? Eso es complicado”.

En los recreos también ha aflorado la falta de juguetes: “Están acostumbrados a compartir, tanto juguetes como cualquier cosa, y en tiempos de COVID nada se puede compartir”. Otra de las grandes afectadas en esta pandemia ha sido la voz de los docentes. “La profesora de Educación Física, que trabaja al aire libre en el patio, tuvo que traer un micrófono”, subraya Eva.

Cara y cruz

El director del colegio Ajei de San Bartolomé hace un balance positivo, dentro de las circunstancias: “A nivel general, este año ha ido mejor de lo esperado. Ha sido dificultoso para los docentes dar clases con la mascarilla, aunque también para los alumnos”. También en este centro ha habido docentes que han necesitado ayuda técnica para dar las clases: “La voz se ha visto mellada en los compañeros, tanto que tuvieron que comprarse micrófonos”.

Para la directora del CEIP Capellanía del Yágabo, María Dolores Romero Pérez, los alumnos son los que más han sufrido las consecuencias. “Dejaría al profesorado con mascarilla y se la quitaría a los niños. Me apena ver que los alumnos están en el recreo o en clase de Educación Física con la mascarilla”. No obstante, María Dolores destaca que el alumnado “se ha acostumbrado y no se queja”.

Su centro, situado en pleno Arrecife, tiene 700 escolares, de los que destaca su buen comportamiento durante este curso atípico: “Son lo mejor de la sociedad y así lo han demostrado”. Pese al elevado número de alumnos, en lo que va de año escolar han tenido poco más de “dos clases confinadas”. “Los grupos burbuja han funcionado muy bien”, recalca. La fórmula ha servido para detectar mejor los posibles focos de contagios y tener controlado al alumnado.

En general, las reticencias de las familias, que fueron muy intensas en septiembre pasado, se han ido disipando con el avance de las clases. Aunque también ha habido excepciones: dos niños del Capellanía no han ido durante todo el curso. Carlos de Coba matiza que el alumnado no estaba asustado, “pero las familias sí”. En San Bartolomé, asegura, no tuvieron problemas “con familias negacionistas”. “Han sabido respetar que las normas son las normas”, añade.

El colegio Ajei también tiene unos 700 alumnos, unos 50 docentes y otros 26 profesionales no docentes. En el centro solo se ha producido un brote, antes de Semana Santa, “con un total de seis alumnos” afectados. Se tuvieron que confinar clases, pero “a la semana estaba solucionado”, añade.

De Coba: “A nivel general, este año escolar ha ido mejor de lo esperado”

Para evitar riesgos y que se puedan disparar los contagios resulta fundamental que las familias colaboren. La directora del CEIP La Garita considera que las familias han sido “muy responsables” y que han avisado cuando alguno de los alumnos “se ha puesto malo”, informando “hasta del más mínimo detalle”.

En ocasiones, la edad de los alumnos se convierte en un factor relevante. María del Carmen Pellón Rodríguez lleva las riendas del IES Costa Teguise y resalta la gran preocupación que existe por el coronavirus. La directora destaca que en el instituto “hay que estar muy encima de los adolescentes con las mascarillas”. En este centro se han llegado a tomar medidas en el Consejo Escolar ante el incumplimiento de las normas y se han aplicado sanciones educativas a los jóvenes. A pesar de esto, solo ha tenido ocho personas contagiadas, de manera externa, entre alumnos y docentes.

Este instituto está conformado por 570 jóvenes y unos 63 profesores. Como otros centros, necesitó de la ayuda de más docentes. “Al tener que desdoblar los grupos, se ha contratado a numerosos docentes de refuerzo”, destaca María del Carmen, quien pone como ejemplo que “antes había cuatro grupos de primero de la ESO y ahora hay siete”.

Según los datos aportados por la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, se ha contratado a un total de 2.272 profesores en la comunidad autónoma para reforzar las plantillas docentes como consecuencia de la pandemia en centros públicos. Un pequeño porcentaje le ha tocado a Lanzarote, con 219 docentes, la mayoría para enseñanza secundaria (149).

Jara: “La profesora de Educación Física tuvo que traer un micrófono”

Otro de los inconvenientes de este primer curso de la pandemia han sido las limitaciones para desarrollar actividades que antes eran habituales. Así, no solo las voces, ahogadas por las mascarillas, han sufrido las particularidades de la situación. También las actividades complementarias y extraescolares se han visto afectadas. La COVID apenas ha permitido a los centros de la Isla realizar excursiones. “Eso lo ha notado el alumnado”, dice Eva. En su centro solo han podido llevar a cabo una salida extraescolar durante el curso. “Lo echan mucho de menos”, admite.

[ElDiariodeCanarias.com: Los alumnos seguirán con mascarillas y en grupo burbuja el próximo curso en las Islas]

En el colegio de Arrieta también se quedarán con el sabor agridulce de no disfrutar de una graduación presencial. Los alumnos de sexto de Primaria, que culminan su etapa en el centro y pasan al instituto, tendrán que conformarse con una celebración “virtual”. “Habíamos pensado en traer a los padres y madres al colegio, pero la situación ha empeorado un poco y preferimos no arriesgar”, destaca la directora del centro.

El escenario próximo

Aunque la vacunación está avanzando y se espera que hacia el final del verano un amplio porcentaje de la población esté inmunizada –el presidente Ángel Víctor Torres insiste en que un 70 por ciento- los docentes consultados por Diario de Lanzarote estiman que en el próximo curso no habrá grandes cambios. Las pautas aprendidas durante el último año se mantendrán. “Los niños seguirán con mascarillas, se continuará con el lavado frecuente de manos y se mantendrán las distancias de seguridad”, resalta la directora del colegio de Arrieta.

Carlos de Coba, que también es coordinador de la Plataforma de Profesores de Infantil y Primaria, augura lo mismo. “Los docentes estaremos vacunados, pero el alumnado no, y ellos pueden ser portadores, por lo que las medidas de seguridad para el próximo curso serán las mismas”, explica.

El peor momento, después de Navidad

Según los datos ofrecidos por la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, el momento de mayor impacto de la pandemia en las aulas de Lanzarote durante este curso fue en la última semana de enero, tras las celebraciones navideñas, cuando se contabilizaron 121 casos positivos de coronavirus en el alumnado y 11 en el profesorado, con 15 grupos confinados.

El punto más bajo de la curva de COVID se constató a finales del mes de noviembre, con un alumno y un docente afectados en la Isla y dos grupos aislados, dato al que siguieron cuatro semanas sin contagios entre el profesorado. Las últimas cifras disponibles, del 28 de mayo, recogen 28 estudiantes y cuatro docentes positivos en coronavirus y cinco grupos confinados.

Imágenes del curso

CAMBIOS. En enero, en el colegio de Arrieta se decidió que el alumnado desayunase en el recreo, con distancia de seguridad, ya que los casos aumentaron tras el regreso de Navidad.

HIGIENE. En muchos rincones de los centros educativos de las Islas aparecen reflejadas las normas de higiene que deben seguir tanto alumnado como profesorado frente a la COVID.

VERANO. Eva Jara Fernández es la directora del CEIP La Garita. En Haría están pendientes de la Escuela de Verano que tiene lugar en el centro y cuya celebración decide el Ayuntamiento.

ARMAS: “LOS RESULTADOS HAN SIDO EXCELENTES”

La consejera de Educación del Gobierno de Canarias, la lanzaroteña Manuela Armas, destaca que “no se puede negar que éste ha sido un tiempo difícil, con un escenario educativo y social nunca antes vivido, pero las familias, el profesorado y el alumnado se han adaptado de manera ejemplar”.

“Ninguna otra comunidad autónoma ha defendido la máxima presencialidad como hemos hecho en Canarias y los resultados han sido excelentes, con las cifras de impacto en las aulas más bajas de España, de entre 0,2 y 0,4 por ciento de grupos confinados a lo largo de todo el periodo lectivo”, resalta.

Como contrapunto, la consejera subraya que “la pandemia nos ha dado también oportunidades maravillosas, como la puesta en marcha del Aula Canaria de Enseñanza en Línea, para alumnado vulnerable, que cada día nos sorprende con sus resultados”. En su opinión, “la vuelta a la normalidad se va a encontrar una comunidad educativa más resiliente, más flexible e incorporada de lleno en el uso de las herramientas del siglo XXI”.

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