CULTURA

Toñín Corujo Quartet: seis años en Jameos

El cuarteto lleva seis años tocando en Jameos del Agua cada sábado por la noche. De esa experiencia ya han nacido dos discos: ‘Una noche en Jameos’ y ‘El Genio’, su contribución al centenario de César

Foto: Adriel Perdomo.
Saúl García 0 COMENTARIOS 08/12/2019 - 08:53

“Podríamos empezar por El Almacén”. “O por El Genio”. “Sí, pero prepárate la de Gismonti”...

El ron miel antes del concierto es el ritual del grupo. Es sábado por la noche alrededor de una mesa en Jameos del Agua. Faltan diez minutos para las 22:30, la hora del concierto. Ya han probado sonido y entre chupito y chupito se va colocando el orden de los temas.

Es el día siguiente  a la presentación del disco El Genio. Es la resaca del éxito. El auditorio de Jameos del agua se llenó para la puesta de largo de un trabajo musical que tiene mucho esfuerzo detrás y que se resuelve, de repente, en algo más de una hora.

Pero hoy hay que volver a tocar, esta vez en la pista y solo como cuarteto, sin bajista, sin percusionista y sin batería, como llevan haciendo cada sábado desde hace seis años.

Es un día especial. Ha vuelto Yarel Hernández, el hijo pródigo. Es el guitarrista del cuarteto y productor musical del disco. Hace unos meses, cuando finalizó el trabajo del disco, les dijo que se iba a Madrid a probar suerte. Y, como era previsible, le va bien. El domingo tiene que volar pronto porque tiene dos bolos, uno por la tarde y otro por la noche, con proyectos diferentes.

“Si fueras mi hijo hace tiempo que te habrías ido”, le contestó Toñín cuando le anunció la noticia. Yarel es cubano y llegó hace años a la Isla. “Conoce todos los palos y todos los toca bien”, dice su compañero Israel Curbelo. A nadie le extrañó que tarde o temprano, las costas de la Isla se fueran a quedar pequeñas para su talento. Ahora le sustituye Tony Cantero, que fue guitarrista de Chambao.

Los otros tres miembros del cuarteto no tienen menos talento pero sí más raíces en la Isla. Carlos Pérez toca los saxos. Empezó a  aprender de niño con Artiles, en la calle Figueroa y parece que va a inaugurar una saga. Su hijo Cristopher se incorporó, también con el saxo, al último tema del concierto del auditorio, Nueva York, que levantó al público de sus asientos. Hace años que toca con Toñín, mucho antes de que se formara el cuarteto.

Como Israel, que con seis años se colaba en las clases de música de su hermano. Así conoció a Toñín y así le conoció Toñín a él. Con 18 años se fue a Madrid a una aventura que no salió bien, con un contrato con Rosana para grabar cinco discos.

Israel toca el teclado con una mano y el cajón flamenco con la otra, a la vez. Al principio solo tocaba el teclado pero en un concierto en Fuerteventura alguien le propuso tocar el cajón y se lo tomó en serio. No lo toca como los flamencos pero ha convertido la heterodoxia en una ventaja. Su solo de cajón demuestra que la velocidad de los dedos es mayor que la de la vista y lo ha convertido en el solo más famoso de las redes.

Toñín Corujo nació con la música, no solo con el folclore, del que se ha ido alejando cada vez más para acercarse al jazz y a otros estilos, para demostrar que el timple, el instrumento más icónico del folclore canario, puede dialogar o competir con otros instrumentos más experimentados. Sin duda, propone una de las apuestas más originales con este instrumento, aunque  en cada concierto, cada sábado, toca una isa en solitario.

Durante un tiempo, acababan los cuatro componentes del cuarteto tocando el timple al unísono, como instrumento de cuerda y percusión. “Teníamos que haber tocado más juntos”, dice Yarel después de la actuación, pero se refiere a la del día anterior, la del auditorio.

En esta actuación sí han acabado los cuatro juntos, en línea, en formación. En la presentación las cosas salieron bien pero siempre pueden salir mejor, y otra vez alrededor del ron miel, se vuelve a repasar ese concierto o a preparar los próximos: quién entró a tiempo en este tema, dónde se pusieron las luces…

El nuevo disco

El disco El Genio es su contribución al centenario de César y también a la música contemporánea de la Isla. Como cuarteto es su segundo disco, después de Una noche en Jameos, que no es una sino más de 300. “En seis años trabajando en el mismo sitio, lo normal es que te aburras, pero aquí en Jameos no te aburres”, dice Israel.

Ahora, cada noche, se llena, pero no siempre fue así. Los principios no fueron fáciles, con un público de veinte o treinta personas. El disco tiene once temas y los cuatro han compuesto al menos uno.

Es su segundo disco, después de ‘Una noche en Jameos’. “En seis años trabajando en el mismo sitio, lo normal es que te aburras, pero aquí en Jameos no te aburres”

En este disco no hay versiones pero en el repertorio sí: Loro, de Gismonti, el tema principal de Cinema Paradiso, Billie Jean o África, de Toto. El Genio es Manrique, un tema que ya grabó Toñín para su disco Lanzarote Music en 2011.

También están Lanzarote, Alegranza, Túnel de la Atlántida o Juguete de Viento, unos más jazzísticos, otros más funky y otros más carnavaleros o más románticos. “Hay de todo porque escuchamos de todo”.

Se grabó en los estudios Neptar durante dos semanas y lo mezcló Andrés Vázquez en Madrid. Además de los cuatro, de la producción musical de Yarel y de la producción ejecutiva de María Valido, tiene una colaboración de excepción, la del baterista cubano Michael Olivera.

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