CULTURA

Una novela como bálsamo contra el olvido

Marcos Hormiga presenta ‘La Hijuela’, una historia basada en hechos reales: un homicidio cometido en La Matilla en 1941

María Valerón 0 COMENTARIOS 09/10/2021 - 09:03

Un escritor llega, en verano de 2017, al Salto del Negro. Acaba de terminar la traducción de un libro del arqueólogo John Mercer, Islas Canarias. Fuerteventura, y la historia vuelve a tocar a su puerta, aunque esta vez no se trata de una traducción. El escritor es Marcos Hormiga y quiere novelar un caso real: un homicidio que tuvo lugar en su Fuerteventura natal, en 1941.

Pero su novela aún necesita cimientos, porque el relato de los hechos, que la memoria popular majorera ha conservado durante 80 años, no ha vuelto a ser investigado, tampoco siquiera consultados sus detalles desde que la justicia de la época diera por finalizado el proceso judicial. Se trata del asesinato de Don Antonio Berriel Jerez, un homicidio que convulsionó la realidad social de La Matilla en plena dictadura.

Al llegar a la prisión provincial, Hormiga pide un expediente y descubre que allí, en la antigua Penitenciaría de Canarias, solo tienen unos pocos datos del caso. Detrás de la ficha de uno de los personajes que formarán parte de su obra puede leerse: “Pasa a jurisdicción militar”. Comienza entonces una carrera detrás de la verdad, que le va a llevar a descubrir, entre otros aspectos, las dificultades del sistema jurídico español durante la dictadura.

“Fue muy complicado, y realmente sufrí mucho. Partí de supuestos orales donde había muchos errores, porque se confunden fechas, edades, personajes y tiempos; cuando llego al expediente me encuentro con todos los datos y puedo corroborar y ajustar los testimonios, incluso con partidas de nacimiento, pero no dejan de ser más de quinientas fotografías y más de 400 páginas de textos jurídicos: parto de cero, me toca interpretar qué ha pasado, en un caso donde incluso ha habido choque de jurisdicciones”, cuenta Hormiga.

El expediente apareció en el Tribunal 5, tribunal militar de la época, al que Hormiga acude con la intuición de que allí se encontrarían informes más específicos de los acusados, que habían sido derivados a la justicia militar, y no se equivocó. Lo que no esperaba, explica, era encontrar tanta información intacta, páginas y páginas que durante ochenta años habían estado esperando en el archivo, hasta que un escritor tocó la puerta.

“El expediente consta de 217 folios a dos caras, escritos a máquina o a mano, sin interlineado, que registran todo el proceso. Está la autopsia, el levantamiento del cadáver, más de cuarenta declaraciones de vecinos, del alcalde pedáneo, atestados de la Guardia Civil...”, cuenta el autor, que dedicó cerca de tres años a desgranar todos los detalles del caso, a partir de documentación histórica, archivos de prensa y testimonios de testigos y personas cercanas a las víctimas.

Todo ello, para construir su novela sobre unos hechos reales que nunca antes habían sido investigados y que la memoria popular había elegido silenciar para olvidar. Al finalizar la investigación, Hormiga contaba con veintisiete testimonios, todos corroborados por distintas fuentes o por los propios datos que recoge el sumario.

El resultado es La Hijuela (Mercurio, 2021), una novela que el autor presentará el próximo 15 de octubre en La Matilla, coincidiendo con el aniversario del homicidio. A lo largo de casi doscientas páginas, Hormiga reconstruye dos tramas paralelas; de un lado, el proceso jurídico que atravesaron los acusados del homicidio en cuestión, en un momento histórico donde los derechos civiles y la realidad penal quedaban en manos de un sistema dictatorial, que, a menudo, y en casos como el investigado, dejaba poco margen de maniobra a los jueces del terreno civil; de otro lado, relata el cisma social que supuso para un pequeño pueblo, La Matilla, el asesinato de una de las figuras más influyentes y de mayor poder adquisitivo en la época.

Pero la obra de Marcos Hormiga no es novela negra; no es tampoco un relato de misterio centrado en un homicidio. Hormiga ha utilizado una historia real para construir un texto que recupera el género literario realista, colocando el protagonismo en la construcción de los personajes, en la representación de la Fuerteventura de la época y, especialmente, de la idiosincrasia del pueblo majorero.

La novela planea, a múltiples voces, sobre las diversas perspectivas que entrañan la trama, con pulcras referencias a los detalles documentales que afianzan la realidad de los hechos, pero sin perder de vista el juego de la construcción literaria. “Para mí era importante la estructura interna, jugar con el tiempo, y por eso no me ceñí a la cronología de los hechos, ni del informe que detalla la investigación del caso, pero lo más complicado fue el tono del libro”, cuenta el autor, que acudió, confiesa, a la voz de los clásicos de de la segunda mitad del siglo XIX y también a los grandes nombres del realismo del siglo XX, para reencontrarse con el género, el estilo, que estaba buscando: “Releí las novelas de Juan Rulfo, analicé a Galdós: Fortunata y Jacinta, Doña Perfecta... Quería encontrar el tono y desde él trabajar con muchísimo cuidado, desde la sensibilidad”.

En honor a la sensibilidad, los personajes de Hormiga no fueron creados al azar, ni sus rasgos fruto de la imaginación del autor; aún siendo una novela, el escritor quiso plasmar las características que aún se conservan en la memoria popular sobre las personas protagonistas de esta historia. “El trabajar a distintas voces, desde la primera persona, pero también siguiendo los pensamientos del personaje, me permitió mostrar la dualidad de sus tipologías: a un personaje que se le recuerda por hablar atropelladamente, pero también como persona inteligente y con gran sentido de la rectitud, habría que dotarlo con un lenguaje para la oralidad y otro para el pensamiento. Enfocar la psicología del personaje era uno de los grandes retos”, cuenta Marcos. Un reto amplio, porque por las páginas de la novela circulan voces de todo rango social, posición económica y cargo en el sistema jerárquico de la época; personajes llegados a Fuerteventura desde distintos puntos de la península, majoreros del ámbito rural, alcaldes, militares, abogados, alguaciles, hombres, mujeres, jóvenes y viejos, todos tienen espacio y perspectiva en La Hijuela.

‘La Hijuela’ es también un camino, el de la memoria y el olvido

“Quiero destacar, además, el cuidado de la edición de Victoriano Santana Sanjurjo, desde Mercurio Editorial, que ha hecho un trabajo inmenso y minucioso; se nota en el resultado final y lo agradeceré siempre”, indicó Hormiga. Una hijuela, explica Hormiga, puede ser una hija pequeña, referida de forma cariñosa. También un pedazo de terreno, una parcela que se separa de las demás en una división de bienes para testamento, según la acepción popular de Fuerteventura.

Una hijuela es, además, el documento donde se reseñan los bienes que tocan en una partición a cada uno de los herederos de un difunto. Con estos significados, explica el autor, juega al bautizar su novela, en un guiño a la memoria popular, al olvido escogido y a la trama de su relato. Además de las señaladas por Hormiga, la Real Academia Española incluye otros once significados para este término; uno de ellos señala al “camino o vereda que atraviesa desde el camino principal a otros pueblos, o caminos desde él”.

La vereda de La Hijuela de Marcos Hormiga es también un camino, el de la memoria y el olvido, el del testimonio y la realidad de los habitantes de una isla a la vez ajena y próxima a la actual, el del tiempo, que atraviesa soledades, vidas e identidades para desembocar en el mejor de los destinos: la literatura.

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